miércoles, 31 de diciembre de 2014

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"Año nuevo, vida nueva"

Realmente, empezar un año nuevo no me parece motivo suficiente para cambiar aspectos de tu vida porque mañana será igual que hoy si no decides levantarte y decir "hoy sí, hoy sí que voy a cambiar cosas" y para eso no necesitas cambiar de año. 
Pero sí que me parece una estupenda dosis de motivación y un fantástico recurso para fijarte en todo lo que has conseguido, en todo lo que has fracaso, en todo lo que has aprendido, en general, en evaluar un poquito tu vida. 

Yo, como cada año, decido proponerme algunas cosas para el año próximo que entra pero al ver mi incapacidad para cumplirlas he decidido que este año solo voy a tener un único y exclusivo propósito: disfrutar, disfrutar de cada día. Disfrutar de las cosas buenas, de las cosas no tan buenas, de los llantos y de la risas. De las tarde estudiando y de las tardes saliendo. De los cafés y de las cervezas, de los paseos y de las carreras para coger el bus. De los exámenes suspensos y de las matrículas de honor. De la gente que se va y de la gente que ha decidido quedarse, del día a día y de las noches a noches. Disfrutar y sacar algo bueno de todo, incluso de lo malo. 

Este año ha estado marcado por muchos momentos.
Momentos que desearía olvidar y por momentos que desearía que permanecieran en mi mente toda mi vida sin distorsionarse. 
Este 2014 he llorado, mucho, de alegría y de tristeza. He llorado al ver a las personas más importantes de mi vida, he llorado al cumplir mis sueños. He llorado sí, pero también de la risa. He llorado por la frustración que me causaban ciertas situaciones y por la impotencia de no poder solucionarlas, porque no todo se termina aclarando y no todo termina saliendo bien. He llorado por las pérdidas pero también por ganancias con las que la vida me ha premiado. 
He querido, Dios, sí, este año he querido como nunca había hecho. He querido a alguien con el que, el año pasado por estas fechas, ni me había planteado toda esta montaña rusa que hemos vivido. He querido, he besado y he abrazado. He disfrutado de querer, he disfrutado de ser querida aunque fuera por poco tiempo, he disfrutado de besarle, de abrazarle y de fundirme en sus brazos. He disfrutado de él. Todo en esta vida es efímero y supongo que este cambio de año nos sirve para pasar página. O no. O quizás dentro de unos meses nos volvamos a encontrar. O no. Da igual. 
He querido, y mucho. Tanto que a veces me duele el pecho. Por eso, el rencor ha desaparecido y solo te deseo lo mejor. 
Pero también he disfrutado (y sigo haciéndolo) de personas que no conocía a principios de año y que ahora, en escasos meses, se han convertido en unos pilares fundamentales de mi vida. Las quiero y las he querido. He saltado con ellas, he llorado con ellas, he corrido con ellas, he bailado con ellas, me he pateado todo Madrid con ellas, he vivido los mejores momentos de este año con ellas. Dios, bendito 2014. 

He bebido, sí, la verdad es que sí. He bebido y me he olvidado de todo y de todos. He disfrutado de las noches improvisadas basadas en rondas de chupitos camufladas entre lágrimas, desamores y decepciones. Bendita juventud. 
Aunque también he disfrutado de las tardes de cafetería y donuts, de compras, de fortografía o de simplemente sentarme en mi sitio preferido de Madrid a llorar o reír (ya no me acuerdo) con personas increíbles. De sentarme a ver la puesta de sol y observar la belleza del mundo, belleza que no siempre apreciamos y que nos hace darnos cuenta de los pequeños momentos. Belleza que ahora se la aportamos a unos simples cánones inventados por las marcas e influenciados por modelos esqueléticas sonrientes pero que de felicidad no tienen ni idea. Por eso, este año no quiero perder peso, no quiero hacer más deporte, no quiero comer menos ni más sano, quiero disfrutar de las hamburguesas en la Plaza de los Cubos, quiero disfrutar de las cervezas en cualquier garito y quiero disfrutar de una tarde de películas mientras me como un helado. Quiero ser feliz y quiero ser feliz conmigo misma, esa es la clave. 
Por eso, si cambio, será porque yo quiero, porque yo me quiero con ese cambio. 

He sido impredecible en ciertos momentos y he sido muy calculadora en otros. 
He perdido a personas por las que hace unos meses daba la vida por ellas y que ahora no doy ni un duro por su presencia. En cambio, he conocido a personas por las que no apostaba nada y ahora me apuesto unas cervezas. 
He gritado, de rabia y de felicidad. Me he dejado la voz en todos y cada uno de los conciertos a los que he ido, conciertos resumidos en: felicidad y sueños cumplidos. Y también me he dejado las lágrimas en ellos. 
Me he dejado la piel en cada abrazo. Me he dejado la piel en cada meta conseguida. Y en las no conseguidas. 
He dicho "te odio" y he dicho "te quiero", pero todo desde el corazón. Me he quedado sin decir alguna de esas dos cosas a personas que ya no están o que siguen estando. 
A las que no están, no os tengo rencor, por algo os habréis ido y algo habéis dejado. 
A las que seguís aquí, gracias por encontrar un motivo por el que quedaros. 
Y a las que acabáis de llegar, quedaos o marchaos, pero con la cabeza alta y con la verdad siempre por delante. 

Sigo diciendo que este año tampoco ha sido tan bueno, pero tampoco ha sido tan malo. Ha sido, otro año. Año que puedo resumir en: vivir. Es la putada de eso a lo que llaman "vivir" que tiene su lado bueno y su lado malo. 
Esta noche todos nos reuniremos delante del televisor, cada uno con un plato de 12 uvas en la mano (o de gominolas en mi caso) y he de reconocer que ese momento es el último del año y uno de los mejores para mí por la diversión que nos supone vernos a todos engullendo 12 uvas al són de unas campanadas que diariamente suenan y que hoy cobran gran protagonismo. 
No puedo resumir este 2014 porque sería contar todos y cada uno de los momentos que me llevo de él, pero me queda algo por decir:
Brindo por este 2014 y por este 2015 que ya asoma. 2015, no espero nada de tí. 
Brindo por todo lo bueno y lo malo que puede traer. Brindo por todo lo bueno y lo malo pasado. Brindo por lo bueno y por lo malo que está pasando. 
Brindo por la vida. Brindo por estos 365 días. Brindo por estos 19 años. Brindo por vosotros. 
Brindo por tí. 


Feliz 2015. 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Balas, armaduras y cañones.

Y entonces reaccionas. 
Reaccionas como si un cubo de agua helada te hubiera despertado de una pesadilla. Salvo que en este caso, la helada eres tú. 
Decides volver a enfundarte tu armadura de corazón de hierro con la esperanza de que alguien, algún día, la funda. 
Reaccionas al ver que se ha ido, que su corazón ya no es tuyo y que nunca lo ha sido.
Estúpida, estúpida de cojones. 
Hubo un día en el que la esperanza te mantenía con vida y hoy, la quieres mantener activa para salvarte a tí misma de la oscuridad a la que te lleva el pensar que lo has perdido. 
"Lo has perdido" como si de algo tuyo se tratara, olvidándote de que las personas no se poseen y que si así fuera, él nunca había sido de tu propiedad. Siempre había sido de cualquier chica con piernas largas, desparpajo y un pelo inmensamente bonito que tapara sus caderas sobre las que él naufragaría todos los días. Y tú, tú tonta de tí, piensas que en las únicas caderas que pensaba, los únicos labios que se quería tatuar en su piel, eran los tuyos. 
Imbécil, inocente, al fin y al cabo, niña. 
Ella es guapa, guapa de cojones. Guapa de las que piensas que mirarla a los ojos sería un vicio. Guapa. Merecedora de su encanto y de su corazón. 
Te preguntas por qué no eres tú esa chica de labios carmín y ojos risueños. Por qué no eres esa que ocupa su mente y que le da ese punto de cordura a su loca existencia aunque de vez en cuando, se la arrebates. 
No encuentras respuesta, sino que simplemente llegas a la conclusión de que tú eres tú y ella es ella. De que las dos sois diferentes, pero iguales. De que las dos, ahora una con un corazón de piedra intenta afrontar toda esta situación y otra, otra con un corazón alimentado de ilusión. Como el tuyo al principio. 
Quizás por eso, ella se ha quedado con su corazón y tú te has quedado sola intentando unir las pedazos que quedan del tuyo. 
"Marinero anuncia naufragio" decían. 
Sin darse cuenta de que el naufragio ya existía. De que ya no había un corazón latente, de que solo habían lágrimas que causaban tormentas. El barco se hundió hace mucho.
Ya no hay barco, ni marinero. 
Cada recuerdo es una bala de cañón. A prueba de balas es en lo que te vas a convertir. Hecha de cicatrices curadas con lágrimas. De heridas aún abiertas. De pedazos de corazón. 

Al fin y al cabo, tú. 


lunes, 24 de noviembre de 2014

Mi ángel.

Hola, buenas tardes. ¿Qué tal te va todo por allí? A mi me va normal, no me puedo quejar la verdad, aunque seguro que sabes cómo estoy. 
Estoy en la carrera, contenta, feliz, con mis amigas más de lo mismo y de chicos, creo que no deberíamos hablar aunque a la abuela le parezca raro que "no tenga a ningún chico que me mire".
Por cierto, he hablado con la abuela, hemos hablado de tí, cómo no. Casi se olvida de mi cumpleaños la pobre, ya sabes que siempre fue una despistada, pero desde que tú te fuiste necesita un poquito de ayuda.
La familia bien, ya sabes, como siempre. Todos nos hacemos mayores y la tradición que dejaste de comer hasta reventar, sigue vigente por eso no te preocupes. Las primas ya tienen sus novios, mi hermano, tu nieto mayor, ya vive solo con su novia, y los pequeños ya no somos tan pequeños como cuando te fuiste. Se podría decir que tus "chiquititos" han crecido. El primo se ha hecho todo un hombre y dicen que cada vez se va pareciendo más a tí, la prima sigue como una cabra loca, tal y como la dejaste, pero más guapa que nunca. En cuanto a mí, creo que sabes lo que soy y en lo que me estoy convirtiendo. Estoy en la carrera cogiendo fuerzas para lo que venga. 
Tus hijos siguen igual, aunque más fuertes que nunca, son una piña y para nosotros, los pequeños, son los mejores ejemplos que podíamos tener. Los criaste bien al parecer. 
Volviendo al tema de la abuela he de decirte que te echa mucho de menos. Está un poco perdida, necesita cada vez más ayuda pero eh, no hay ni un sólo día que no bese tu foto. La abuela sigue cocinando lo que puede y lo que sus fuerzas le permiten, sigue cosiendo las malas costuras y no me refiero sólo a la ropa. Preside la mesa en cada reunión familiar como tú la cedías el sitio en cada cena cuando aún no te habías ido. 
He de decirte que tengo una habitación más grande y que quizás me traiga a casa esa casita de muñecas que me hiciste a mano y que aún sigue en tu casa, espero que sea una buena noticia. 
La abuela dice que "me busque un chico de buena familia, guapo, buen chico pero que sobretodo me quiera mucho". Dice que tú querrías básicamente que no me encontrara con ningún chico porque ninguno sería lo bastante bueno para tu nieta. Que pena que la cosa sea tan diferente. Creo que la que no es suficiente soy yo, pero eso es un tema aparte. 
El caso es que la abuela dice que estarías muy orgulloso de mí porque dice que soy un ejemplo de luchadora, no sé, dice que he sacado tu carácter de reivindicadora de y de payasa al mismo tiempo. Aún recuerdo cuando te vestías de payaso, de Papá Noel, de Rey Mago o de cualquier cosa para alegrarnos la velada.
Por cierto, al final salí del Atleti, aunque tú fueras del Madrid, eso es lo que faltó para hacerme casi como tú. 
Mamá dice que tú y la abuela le enseñasteis todo lo que sabe, que vosotros sois los mejores padres que alguien se puede encontrar. Creo que tiene razón porque abuelo, aunque ya sean 10 años desde el día que te fuiste, siento como que aun aprendo cosas de tí, que aún me das lecciones y las lecciones de los abuelos creo que son las más valiosas que se pueden aprender más que cualquiera que te enseñen en el cole. 

En fin abuelo, no sé qué más decirte. Sólo quería hablar contigo un poquito. Te echo mucho de menos, muchísimo. Aunque mis recuerdos contigo sean difusos, son de los mejores que tengo en la infancia. De verdad, me haces tanta falta, pero tanta falta. A todos. Abuelo, te queremos. Te quiero. 
Y ahora te dejo que voy a soplar las velas de mi 19 cumpleaños. 

Te quiero muchísimo mi ángel.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Vive con ello.

Dudemos por un instante. 
Olvidémonos de todo y de todos. 
Seamos nosotros mismos. 
Vivamos lo que vivimos juntos. 
Recordemos lo que hemos vivido juntos. 
"Juntos". Nunca ha habido un juntos, nunca ha habido un nosotros. 
No podemos recordar nada de lo que hemos vivido porque no hemos vivido nada. 
¿La diferencia entre tú y yo?
Que yo sí pensaba que había un "juntos", un "nosotros", que para ti yo era "ella". La diferencia es que a pesar de todo, yo aún lo sigo queriendo. Sigo queriendo jugar a ese juego de idas y venidas en el que me metías, sigo queriendo compartir los días contigo y quizás, si tu almohada me lo permitiera, las noches. Una vez me lo permitió por algunos instantes.

No estoy preparada para dejar de correr por este sendero lleno de luces y sombras. No estoy preparada para reconocer que tú no estarás al final del camino, que tú no serás el que me abrace cuando llegue a la meta. Tropiezo con la misma piedra una y otra vez en este mismo sendero pero no quiero seguir sin tropezar una y otra vez porque tengo la certeza de que en una de esas caídas tú estarás ahí para agarrarme y volver a levantarme. No me doy cuenta de que esa certeza es totalmente falsa, es contradictorio, pero es así. No quiero aceptar que tú no me quieres, que no me valoras (o eso dicen), que no piensas en mí, que soy una mierda más para tí, un número más. No. No. No. No. 

Estoy llena de heridas, cerradas y otras abiertas por los recuerdos y sentimientos. Tú eres esa bala que me ha dejado una herida que nunca cicatrizará porque no quiero que cicatrices. Quiero que seas tú el que me obligue a dejarla abierta porque merece la pena que se quede así. 
Quiero que seas tú el que me escriba cada mañana para desearme suerte en mis prácticas, quiero que seas tú el que sienta interés por las historias que te cuento, que seas tú el que me abrace ahora que comienza el frío, quiero que seas tú el que se quede conmigo estudiando porque soy yo la que te da fuerzas para hacerlo, para seguir hacia adelante. Quiero que seas tú, tú y sólo tú, ninguno más. 

Lo jodido es que no puedes obligar a nadie a que te quiera y creo que hay algo peor que las parejas rotas: que no exista esa pareja porque él no te quiere. No hay nada peor que querer y no ser querido. No hay nada peor que sentirte culpable de esa situación. No eres suficiente para él ni para nadie, algo hiciste mal que hizo que se alejara. 
¿Veis? Intento justificar esta situación cuando la única razón quizás sea que él no te quiere, acéptalo de una puta vez. 

NO
TE
QUIERE

Pero quieres escucharlo de sus labios, quieres que él te lo diga porque quizás con todo y con ello, tú no dejes de quererle. 




miércoles, 5 de noviembre de 2014

Que caro es el tiempo.

"Si no consigues tu objetivo, busca otro camino para conseguirlo"

Hoy me he puesto a rememorar el día de mi graduación. Y esta entrada ha sido el resultado de toda esa reflexión. 
Parece mentira que hayamos llegado a donde estamos hoy en día, algunos consiguieron lo que querían, a otros les costó más, otros lo acaban de conseguir, otros lo dieron por perdido sin ni siquiera intentarlo, otros se sienten orgullosos de lo que son en la actualidad, otros, ¿quién sabe?
Que miedo me daba empezar la universidad y creo que hablo en nombre de todos, cuando digo que una pequeña parte de nuestro corazón deseaba que el primer día de ese curso universitario fuera el primer día de curso de otro año más en el colegio.
Cuántos recuerdos hay en esas cuatro paredes, como aquel que dice, toda nuestra vida. Ese parque de las flores que nunca has sabido por qué se llama así si no había ninguna flor, esas clases con baldosas de piedrecitas que más de uno había contado una a una solo para olvidarse del aburrimiento que suponía estar en una clase de Historia camuflada entre lecciones de moralidad. 
Los chicos por un lado y las chicas por otro, o eso decían. Tirones de pelo, zancadillas, robos de plastilina inofensivos, enfados insignificantes que parecían un mundo, al fin y al cabo, amistades. Amistades que quizás no siguen conmigo pero que, ya pasada la tormenta, me acuerdo de todo lo bueno ¿y lo malo? Ya no existe. 
Y nos encontramos con Primaria, el curso de los mayores según nosotros, ya no eramos unos "parvulitos huevos fritos", ya hacíamos deberes pero no dejábamos de lado nuestra vena artística con las manualidades. Qué bonito Primaria con esas excursiones a El Escorial, a la Pedriza y sobretodo, esa de la Granja Escuela dónde fuimos a nuestra primera "discoteca" light. 
Las chicas por su lado y los chicos, un poco menos por el suyo. 
La ESO, al fin. La ESO ya era otro nivel, ya la adolescencia veía un poco los rayos de sol, las hormonas se empezaban a revolucionar y nuestra vena de rebeldes salía a la luz. La cosa ya se ponía seria, ya tenías que coger apuntes y entre risas conseguías seguir el ritmo de la clase. Las matemáticas - mis grandes enemigas - se complicaban, tenías esa asignatura a la que llamabas "Naturales" con que te sentías un científico nato. Empiezan las elecciones, que si optativas, que si ciencias o letras, que si mis amigas se van por un itinerario pero yo quiero otro, que si ese chico me gusta pero "tía, es muy inmaduro". Ese viaje a Doñana, ay bendita Doñana. Habíamos escuchado hablar tanto de ese viaje que prácticamente desde 4º de Primaria sólo vivíamos por y para él. 
"- A ver, los cuatro de la esquina. Los dos machotes y las dos féminas, que se callen ya"
No sé cuántas veces habré escuchado esa frase mientras contábamos chistes, hacíamos caricaturas o simplemente discutíamos sobre lo "jodida" que era nuestra vida.
Las chicas por su lado y los chicos, cada vez más cerca de ellas. 
Llegó el momento, llegó Bachillerato. 
"-Dos años, Almu, dos años y acabamos. Ni eso. Un año y poco más. Podemos"
Con esas palabras de mi mejor amiga de la infancia, entramos en esas clases a las que tanto temíamos, pero eh, eramos de los mayores en el cole. Veíamos a los de la ESO y pensábamos "menos mal que nosotros no teníamos tanto el pavo". Ay inocentes, que os habeis creído que no. 
Clases y clases y clases y más clases, la cosa ya se ponía aún más seria. La nota ya era algo importante pero aun así, se intentaba pasarlo bien aunque te hubiera tocado estar sentada en primera fila todo el dichoso curso. Curso que se hizo más ameno gracias a mi compañero de al lado que bueno, terminamos formando una de las mejores amistades que aún en día conservo. Ya los profesores nos ignoraban, estábamos delante suyo y ya desistían para mandarnos callar:
"-Poneos a pintar o hacer cualquier cosa, pero callaos, por Dios y por la Virgen" 
Aún tengo esa lista que hicimos con todos los de nuestra clase en la que escribimos rimas, motes, anécdotas e incluso predicciones sobre el futuro. Estar delante implicaba que para hablar con alguien del final de la clase tenías que desarrollar una habilidad especial para entender los gestos de la otra persona y para hacer que los tuyos fuesen lo más disimulados posibles. Y no hablemos de la habilidad que tuviste que desarrollar para reírte hasta llorar pero aguantándote la carcajada, aunque la táctica se iba a la mierda cuando te girabas y veías a tu amiga con la cara hundida en sus manos y mordiendose el dedo para evitar soltar la carcajada más grande de la existencia de la humanidad. 
Los recreos que se basaban en sesiones de masaje y en tomar el sol porque había que ponerse morena ya en enero. 
Salimos vivos de ese curso. 
Las chicas con las chicas y los chicos, eran chicos. 
Y llegó, el curso de la verdad, segundo. Ese curso donde las pizarras de Química se borraban más rápido de lo que se escribían, donde las clases de Francés se convertían en una excelente cata de desayunos, donde las clases de Biología se parecían más a un herbolario que a una clase de segundo de bachillerato. Esas clases en las que si te ponían una película a las 8 de la mañana, pedías que bajaran las persianas y apagaran las luces para seguir con el sueño que habías interrumpido hace menos de una hora. Donde la lluvia cobraba tal protagonismo que un simple "Tú, está lloviendo" implicaba la mirada inmediata de toda la case hacia las ventanas como si nunca hubiéramos visto llover. No me olvido de esas clases de Matemáticas donde la calculadora del profesor más listo del colegio se convertía en tu peor enemigo ese año. 
"Señorita, salga al pizarra y deleitenos con su habilidad matemática" cuando lo único que yo quería era irme corriendo de clase y cogerme un avión al país más remoto para no tener que salir a hacer un mísero ejercicio de esa asignatura que tanto temía. Esos teoremas que no sabías ni para qué te servían, pero eh, que "entran en el examen, señores" y tú te sentías Einstein al entenderlos. El mejor profesor, sin duda, el profesor que resolvía problemas tan indescifrables que no te extraña que corriera el rumor de que lo quería la NASA. 
Esos recreos en los que ya te dejaban salir a la calle y a pesar de eso, acabábamos en el mismo bordillo, a la misma hora, con un gofre de chocolate en la mano y en ese cruce.
Las chicas por su lado y los chicos...los chicos donde vayan ellas.  
Y así podría ponerme a hablar de una y mil anécdotas para resumir toda mi vida en esas cuatro paredes que fueron como nuestra casa. Aquí estoy, en la carrera que quiero porque por fin, conseguí lo que siempre he querido. 

Me cuesta creerlo, cuesta creer que todo eso se haya acabado. Fue bonito mientras duró aunque cuando lo estuviera viviendo no lo viera tan claro. 

Qué caro es el tiempo, la verdad. Me acuerdo de esas caras y es que todo llega, todo pasa. 



"Será que me habré hecho mayor Que algo nuevo ha tocado este botón para que Peter se largue y tal vez viva ahora mejor más a gusto y mas tranquilo en mi interior que campanilla te cuide y te guarde" 

domingo, 26 de octubre de 2014

Muñeca de trapo.

"Porque donde unos encuentran solamente excusas, algunos encuentran razones. Y es que tiene gracia la cuestión porque donde algunos se aferran al no, otros luchan hasta el final por tener el sí"

Y te preguntas por qué sigues siendo tan estúpida al pensar en él. 
Necesitas decirle todo esto, necesitas quitarte otro peso de encima pero te planteas la idea de que ni siquiera tú misma sabes de dónde vienen todos estos sentimientos. 
Porque no te quieres dar por vencida hasta que él te deje las cosas claras. Un "no, no quiero saber nada de tí" te dolería menos que esta incertidumbre. 
Piensas que era la pieza que faltaba en tu rompecabezas cuando en verdad faltan más piezas y que tienes que ordenar las que ya tienes. Él no se acordará ni de tu cara ni de tus ojos ni de tu voz porque ni siquiera se plantea la idea de volver a hablarte. 
¿Ves? ¿Por qué sigues así? ¿Por qué sigues perdiendo el tiempo?
Porque aún tienes esperanzas en que en una noche en la que venga hecho mierda de una fiesta te vuelva a escribir eso de que te quiere y que tengas una buena noche. 
Es una mierda. 
Estás loca por pensar en decirle todo lo que sientes por él porque no sabes de dónde procede todos estos sentimientos, no sabes ni por qué escribes esto. Es ridículo. Pensará que estás loca. Pues sí, es lo que te pasa cuando te ilusionas rápidamente. 
El primer amor dicen que tiene un sitio especial en tu corazón, que nunca lo olvidas aunque encuentres a alguien mejor que realmente te merece. El problema está en que ya llevas bastante tiempo intentando tapar el dolor y olvidarle. Llevas bastante tiempo buscándole en los labios de otro, en la mirada de otro. No lo consigues. Para nada. 
Tiene gracia esta situación porque le intentas buscar el lado positivo, le intentas buscar la gracia cuando no la tiene. 
Intentas buscar el foco del dolor para acabar con él pero en esa búsqueda encuentras los buenos momentos, los recuerdos que te provocan unas cosquillas en el estómago acompañadas de una sonrisa. Dicen que tu punto fuerte es la sonrisa, ojalá el pensara lo mismo porque cuando estabas con él era lo único que hacías. 
Ay soldadito de plomo, lo que estás haciendo sufrir a esta muñeca de trapo. 

Y me siento como un niño, 
imaginándome contigo, 
como si hubiéramos ganado por habernos conocido 
esta sensación extraña 
que se adueña de mi cara 
juega con esta sonrisa 
dibujándola a sus anchas 

y vivir así, yo quiero vivir así 
ni siquiera sé si sientes tú lo mismo... 

Me desperté soñando, que estaba a tu lado 
y me quedé pensando, que tienen esas manos 
sé que no es el momento, para que pase algo 
quiero volverte a ver, quiero volverte a ver 
quiero volverte a ver


 Al final del día todos somos prisioneros de alguna memoria, algún miedo o desilusión. Estamos definidos por algo que no podemos cambiar y yo estos sentimientos no los puedo cambiar. Tampoco me quiero liberar de esta desilusión porque el miedo que tengo de perderte es mayor que cualquier memoria o dulce recuerdo. 

jueves, 9 de octubre de 2014

Ahora más que nunca, improvisemos.

Y es que un día te levantas pensando que el día que te espera será igual que el de ayer, que el de antes de ayer y que el de mañana.
De repente llega algo, algo improvisado, algo que no sabes cómo ni cuándo podía pasar, pero pasa. 
Se te rompen todos los planes, todos los esquemas y recoges los pedazos de una conciencia más perdida que una brújula sin polos. Sí. 
Y te preguntas, "¿qué coño hago ahora? ¿qué se supone que tengo que hacer?".
No encuentras respuesta, solo descubres que hay algo en tu interior que vuelve a renacer y que ya no te deja sacarte todo eso de la cabeza.
Mal. Volvemos a lo mismo pero peor. 
Todo tan surrealista y verdadero a la vez. Todo tan improvisado pero planeado, tenía que pasar. O eso creo. 
Joder, llevaba esperandolo más de 1 año  Ya no guardaba ni una esperanza de que pasara, siempre lo idealicé demasiado, quizás. 

Coges aire y te dispones a montarte en el metro, un tren que se convierte en una cárcel que no te deja respirar, que no te deja gritar lo eufórica que estás. Te pones los cascos para aislarte de tus pensamientos. Intento fallido. No te enteras ni de que tu canción favorita está sonando. 
Estrés, agobio, felicidad, una sonrisa de gilipollas y mariposas, muchas mariposas en el estómago. Te miras y remiras en las ventanas del tren para comprobar algo: tu cara está peor de lo que pensabas. Mierda. 

A medida que la mañana avanza te vas relajando y sintiendo más cómoda en esa situación tan sumamente irreal. Intentas disfrutar de cada minuto porque piensas: "quizás sólo tenga esta oportunidad" Yo siempre digo que me quedo con los pequeños detalles, una sonrisa, una mirada, un gesto, algo simple; y así lo hice. 
No sabía cómo había llegado allí, no sabía qué hacía allí, solo sabía que estaba con él. Así de repente como quien no quiere la cosa. 

Pasando de 0 a mil en unos minutos. Pasando de nada a todo y de todo a nada. 
Al fin sentí lo que era estar con él, al fin pude comprobar eso de "¿y si...?" Nada fue como me imaginaba. Nada. Porque no planeamos nada, al menos yo. 
Quiero decir tantas cosas, tengo tal cúmulo de sentimientos, pero tan pocas palabras que el círculo vicioso comienza y no acaba. 
No te imaginas mi sonrisa de gilipollas mientras escribo esto porque aun intento asimilarlo. 
Fue raro, mucho, ambos lo pensamos de hecho. Pero no sé, eramos él y yo. 

Y ahora queda lo peor, este nudo en el estómago. Sólo hundes tu rostro en tus manos esperando que el tiempo pase para comprobar como acaba esto o si simplemente ya ha acabado. 
-¿Qué coño haces pensandolo todavía?
+ No lo sé, solo espero a algo que no existe. 

Y claro ahora te encuentras en esta situación que no sabes si reír o llorar o llorar de la risa o reír mientras lloras. Dios. 
Lo único que sabes es que ha pasado y que te sientes infinitamente feliz. Lo recuerdas todo sonriente, recuerdas su sonrisa, sus ojos y su manera de tomarte el pelo. Sus abrazos. Sus abrazos. Sus abrazos. Una vez más: sus abrazos. Sus latidos acelerados por el RedBull o por tu presencia (quieres pensar que lo segundo). Te quedas con el recuerdo. 
Y piensas que quizás esto te sirva para pasar página de una vez por todas. O quizás no quieras pasar página. 

Nos ha llevado nuestro tiempo llegar a esto, quizás debería dejar que el tiempo vuelva a hacer su trabajo y que sea lo que tenga que ser, improvisado, impredecible. 















No sé si estás leyendo esto pero si lo haces, espero que te quedes con la idea de que me hiciste sentir muy especial aunque no saliera "del todo bien". Te tengo tanto cariño, que a veces duele. Llámame loca o tonta, pero esto es así. Ahora te toca decidir qué hacer. 

domingo, 28 de septiembre de 2014

El comienzo.

Queremos ser más.

Quiero que sepas que estoy orgullosa. 
Llega un día en el que te levantas y te piensas que todo va a ser una mierda porque ese día te deberías enfrentar a uno de tus mayores miedo y tu primera opción es salir corriendo sin mirar atrás para no ver lo cobarde que eres. 
Ayer por primera vez, me armé de valor y me enfrenté a esa situación que tanto temía. Para que sepas de lo que hablo, desde pequeña he temido estar en un grupo de gente con la cual no me llevo mucho o simplemente no conozco,me cuesta mucho abrirme a esas situaciones y me agobio muy rápidamente, quizás por mi poca autoestima, mi escasa seguridad o por mi cobardía. Pues bien, ayer tenía que hacer frente a ese miedo porque si huía, volvería a ser la misma historia de siempre. 
Me sequé las lágrimas, cogí una bocanada de aire y salí de mi casa con la esperanza de que el día se pasará lo más rápido posible. 
Cuando llegué miré el móvil con la esperanza de que alguien respondiera a mi llamada de socorro. El día fue pasando y me iba integrando un poco más a medida que pasaban los minutos. Seguía tensa. Llegó el momento en el que desperté y me di cuenta de que la situación no podía seguir así, fui a ese lugar porque realmente yo quería, quería cambiar mi perspectiva y quería sentirme participe de algo. Me armé de valor y hablé con la persona idónea para comentarle el cambio que quería dar. 
Los resultados fueron:

"A es una chica que tiene las cosas muy claras, sabe lo que quiere y sabe lo que la cuesta y va a por ello con toda su ilusión y fuerzas"
"A tiene muchas ganas, viene con muchas fuerzas y me encanta ese cambio de mentalidad que ha tenido repentinamente"
"Me encanta que siempre que hablas con ella tenga una sonrisa en la cara, te da seguridad, confianza y por supuesto, felicidad. Debería valorarse un poco más"

Todas estas palabras por parte de personas con las que quería compartir este camino, me dieron muchas fuerzas y muchas dosis de motivación. 
Me di cuenta que no es bueno atarte a una persona a la que quizás ni siquiera importes, que no por ella tienes que dejar de hacer ciertas cosas o hacer otras. Quizás esa persona no merece la pena tanto como creías y te puede decepcionar una vez tras otra. 
Yo no soy de pensar en que una persona cambia para mal porque en mi caso, al enfrentarme a esta situación que me produjo un estado de ansiedad inexplicable, me ha hecho cambiar para bien. 
La moraleja de todo esto, diría yo, es que siempre somos más fuertes de lo que pensamos, que los cambios comienzan con las ganas que tenemos de que se produzcan, con la intención y sin importarte los demás. Solo necesitas una dosis de confianza, en mi caso, ando escasa de eso y bueno, aquí estoy, orgullosa de mí misma y en el comienzo de un día que da pie a este proceso de cambio que tantas buenas cosas me va a dar. 

martes, 23 de septiembre de 2014

Cuestión de modas.

"Para ser irreemplazable, uno debe ser diferente"
Coco Chanel

La verdad es que siempre he visto la moda como una forma de expresión.
No vistes igual cuando tienes 5 años que cuando tienes 15 años, o quizás sí. Quizás con 15 años sigues teniendo la misma mentalidad que cuando tenías 5.
La moda es una forma de exteriorizar nuestra personalidad, nuestros gustos. Entonces, ¿por qué ir a la moda? ¿por qué ir todos iguales?
En uno de mis incontables paseos por las tiendas de ropa me he dado cuenta de que en todas las tiendas se vende la misma ropa, LA MISMA. Joder qué coñazo. 
Pero claro, ser diferente, vestir diferente, está fuera de lugar. Dichosos prejuicios y primeras impresiones. 
Es obvio que a una entrevista de trabajo no vas a ir con la misma ropa que te pondrías para salir un sábado noche con tus amigas, ES OBVIO. Pero aún así, desde mi punto de vista, hasta ese estilo deberíamos adecuarlo a nosotros mismos. 
Odio esa sensación de salir a la calle con lo que te sientes cómoda y que quizás no vaya con el "modelo de belleza" actual y te plaguen de miradas de desprecio y juicios sin sentido. Estas personas que juzgan son las mismas que se quejan de que nadie es original. Es como la pescadilla que se muerde la cola. 
Más allá de esto, yo - más complejos que chica - me considero una chica normal pero con su propio estilo y estoy harta de enfrentarme a los estúpidos juicios de la gente, estoy harta de enfrentarme a cánones de belleza inexistentes. Pero qué se le va a hacer, no puedo hacer que no me importe la opinión de la gente, así soy. 
Pensadlo, ¿cuál es el canon de belleza en una chica joven? Creo que todos pensamos el mismo: chica de mediana altura, piernas largas, sin mucha carne, pelo largo y muy liso -a poder ser rubio- con la raya en medio y perfectamente cuidado, ojos claros u oscuros pero con pestañas largas, pitillos, zapatillas a la moda, labios rojos y el jersey o sudadera que esté más a la moda. Pues bien, desgraciadamente, hay gente que es así por naturaleza y digo desgraciadamente porque las envidio ya que no tienen que cambiar nada de ellas; pero por otro lado, afortunadamente hay personas que son totalmente distintas a ese canon de belleza y que se intentan convertir en ello; digo afortunadamente porque sino existieran no podría escribir esto. 
Me refiero a que cosas que ahora "están de moda" hace unos años eran motivo de burla o de insultos o primeras impresiones muy negativas. No seamos hipócritas y quizás yo lo esté siendo en cierto modo con este texto.
Puede que no te guste como viste una persona, puede que no te guste el estilo de esa persona pero no por ello debes prejuzgarla, no debes hacerla el vacío. Si alguien se quiere poner un sombrero, déjale que se lo ponga. Si alguien se quiere poner algo extravagante, que se lo ponga. Es su vida, su estilo. Guárdate tus críticas para tí mismo y para tus monólogos internos que tienes al llegar a casa y meterte en la ducha, por ejemplo. Es muy fácil.
Deberías de tener envidia a esas personas porque están siendo ellas mismas, no están siguiendo estúpidas modas como si de un rebaño de ovejas se tratase. 
Seamos originales, lo diferente es lo que llama la atención. Lo diferente hace que seas irremplazable, no tendrás copias y no habrá nadie como tú. 
Yo, a menudo, lucho contra los fantasmas de mi autoconcepto y con la imagen de otras chicas. A menudo me enfrento a la temida pregunta de: "¿por qué ella y yo no?" "¿qué tiene ella que no tenga yo?" "Normal que la prefiera, yo me quedo muy lejos de ser como ella" 
Cuando en verdad lo que debería de pensar es: "Ella y yo no porque al igual que la ha encontrado a ella puede encontrar a cientos como ella, la podrá cambiar por otra" "Ella no tiene lo que tengo yo, personalidad, autenticidad" "Yo me quedo muy lejos de ser como ella, pero prefiero no ser una copia barata que puedes cambiar a la vuelta de cualquier esquina" 
Esto es lo que realmente importa. 
Seamos diferentes, seamos irremplazables, seamos nosotros mismos. 
No nos obliguemos a encajar en un estúpido molde. 



lunes, 22 de septiembre de 2014

Un café urgente.


"La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas"
Aristóteles.
Menudo sabio estaba hecho Aristóteles, ¿verdad? La amistad habita en dos almas, cuánta razón. En una amistad lo puedes llegar a compartir todo, tanto que cuando desaparece, no queda nada y tú estás más perdido que una brújula sin polos. 
Esta vez no, esta vez no es así, esta vez va a salir bien porque al fin he encontrado a alguien que me completa al 90% porque el otro diez lo dejamos para las improvisaciones y la imaginación. 
Ella es la pieza que falta en este rompecabezas que aún no hemos resuelto. Ella es la que duplica mis alegría y divide a la mitad mis angustias. 
Nadie sabe cuánto he aprendido de ella. Gracias a ella soy un poquito más optimista, gracias a ella he conseguido ver el lado bueno de las cosas, he aprendido a valorar un mero café en una tarde de lluvia. 
Una amiga que consigue que una tarde en la que lo veo todo oscuro vea algo de luz, por mínima que sea. Por eso la amistad es como la fluorescencia, quizás a simple vista no se aprecie, pero en la oscuridad es la luz que más brilla.  
Una amiga con la que ningún plan es ridículo sino la aventura más intrépida de nuestras vidas. 
Una amiga con la que la palabra "diva" se ha convertido en nuestra filosofía y con la que no hay que temer ser tú misma. Sabes que ella es la correcta cuando con un simple "hola" reconoce tu malestar. 
Cuando el cansancio te supera y el estrés ocupa tu cabeza, ella está ahí para darte una ración de charlas sin sentido sobre si un patito es mejor que un pollito, charlas que hacen que te olvides de tus problemas. 
Planes, planes y más planes. Somos jóvenes, dejadnos ser como somos, dejadnos soñar y planificar nuestro futuro. 
Entre cafés y donuts, entre listas y tickets descuento, entre selfies y fotos ridículas, entre risas y lágrimas, así es nuestra amistad. 
Una amiga que su sonrisa es el mejor regalo que te puede hacer porque esa sonrisa tan preciosa es de sus puntos fuertes, es de las contagiosas. 
Puede que lo más bonito que nos digamos es un "ramera" pero basta con decirnos eso para saber que nos queremos. Ella sin hermanos, yo con uno y con la necesidad de una hermana. Aquí estamos pensando qué sería de nuestras madres si nos tuvieran que aguantar todos los días como si de sus hijas biológicas se tratara. 
Entre amores imposibles, amores posibles y desenfrenados, amores posibles y farragosos, entre 80 gatos y una proposición de matrimonio para los 40 años; se mueve una amistad. Una amistad más sólida que cualquier relación amorosa. 
Siempre he dicho que un amigo es aquel que te dice las cosas tal y como son, no te las oculta, pero sabe cómo decírtelas para que abras los ojos y te des cuenta de la cruel realidad que se hace menos dura si estás con esa persona a la que llamas "amiga". 
Yo ya no creo en las mejores amigas, creo en las divas y en las mujeres de burdel. 
Un chupito por cada duda, que así seguro que nos olvidamos de todo. 
Un París para nosotras solas. 
Una caja de Donuts de colores, uno por cada café y un café por cada resaca y laguna. 
Un anillo por cada locura. 
Una sonrisa por cada momento y una lágrima también, ¿por qué no?
Un selfie por cada amor platónico. 
Y una canción por cada anécdota que compartimos. 
Un corazón para las dos, un corazón para nuestra amistad. 

B, te quiero.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Para perdernos...

El verano se empieza a despedir y el calor ya se va. Empieza la época en la que quieres meterte debajo de una manta y dormir hasta que vuelva a ser verano otra vez. 
Eso es lo que he hecho, dormir, volver a mi mundo de los sueños. Pero los sueños se han nublado en cuanto me he despertado y he visto una foto suya. El dolor. 
Una foto suya, una puta foto. Ni hablamos. Cuando he visto esa foto, juro que he sentido como si me arrancaran el corazón. Es la única persona que con una simple foto hace que me ponga nerviosa, que me replantee el volver a hablarle.
Dios, como me jode no verle todos los días, como me jode no poder analizarle milímetro a milímetro para poder conocer algunas de sus manías o simplemente, para conocerle un poco más. 
Me intimida. Mucho. 
Ahora mismo tengo una maraña de mariposas en mi estómago y mi corazón para que quiere escapar de esa jaula que es mi cuerpo. Joder. Le quiero. Quiero estar con él. 
Dicen que querer a alguien es precioso pero para mí es horroroso, ¿de qué te sirve querer tanto a una persona a la que no le importas una mierda? Para sufrir. Joder, el sufrimiento es real. 
Es que poco a poco y sin darnos cuenta ninguno de los dos, me fue conquistando y yo a él también solo que ahora yo soy la que se ha quedado tirada. Estúpida. Gilipollas. Tenías que haber peleado por él cuando era necesario. Estúpida por pensarte que el te piensa. Estúpida por ilusionarte, otra vez y otra y otra y otra y otra vez si eso es resultado de un simple "hola" suyo. Joder. 
Es que te juro, os juro, que es lo que necesito en mi vida. Le necesito. ¿Después de todo? 
No llores por él, estúpida. El no derrama ni un lágrima por tí, ni siquiera esboza una sonrisa por tí. 
En parte, espero que él me lea para que algún día se de cuenta de que es el chico por el que escribo la mayoría de mis entradas, que es por él por el que perdería el rumbo para perdernos los dos si hiciese falta. 
Espero que mi corazón aguante y que mi cabeza me lleve a buen puerto.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Cenizas.

La putada es volver al mismo punto de desesperación.
Cuando piensas que al fin él ha pasado a ser un capítulo de tu vida, cuando piensas que por fin has pasado página y en verdad has dejado el marca-páginas en ese amargo capítulo para volver a releer vuestra historia. Historia inacabada, historia que ni tú ni yo sabemos cómo acabará. 
Quieres arrancar esas páginas, romperlas en mil pedazos y quemarlas hasta que solo queden cenizas de toda esa mierda vivida. Que donde hubo fuego, cenizas quedan. Fuego. Fuego es lo que tengo en mi pecho al pensar en tí, un fuego provocado por la rabia que me da al pensarte y por las ganas que te tengo. Estúpido bloque de hielo, dejame descongelarte. 
Ya no sé si vas o vienes, si me echas de menos o de más. No sé ni siquiera si paso por tu cabeza en algún momento del día. No sé. 
Dicen que un clavo quita otro clavo, lo que no saben es que si ese clavo no quiere salir, de nada sirve utilizar otro. No te quiero olvidar, pero tampoco quiero seguir con este dolor. 
Es buscarte en los ojos de otro, es buscar tus labios en la boca de otro e intentar imaginarme a qué sabrán. Es buscarte en ese antro para verte bailar y al menos, imaginar que te lo estás pasando bien, sin mí. 
Ya no sé qué hacer, ya no sé si seguir o llorar, no sé qué hacer. Estoy perdida, muy perdida. No quiero que me encuentres, quiero que te pierdas conmigo. Date cuenta de que estoy aquí, cojones. 
No te puedo olvidar, no quiero olvidarte. 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Detalles.

¿Nunca os ha pasado que quisierais parar el tiempo en un momento exacto para poder memorizar cada sensación, cada olor, cada sonido, todo?
A mí sí, no hay día que no lo desee.
Recientemente, me ha pasado mucho ya que he estado en mi lugar favorito de todo este mundo. Allí soy feliz con personas que realmente me hacen feliz. Me olvido de todo y de todos, es una realidad paralela. Es mi pedacito de paraíso.
Este sitio no es nada exótico, nada fuera de lo normal, lo que le hace tan sumamente especial son las personas que tengo allí con las que vivo los mejores momentos de todo el año.
Una tarde, estaba tumbada en la playa e intenté memorizar prácticamente cada grano de arena que cubría mis pies. Cerré los ojos. Me quedé en silencio escuchando las carcajadas de mis amigas que discutían sobre algún aspecto estúpido de la vida. Suelen decir que las chicas solo hablamos de moda, chicos y belleza. Error. Os sorprenderiais de todo lo que debatimos.Cada una tenía una risa, única e irrepetible. Poco a poco, aún con mi cabeza entre mis brazos y los ojos cerrados, me contagiaron esa risa. Una leve brisa hacia que no hiciera ni calor ni frío, sino todo lo contrario. Entre las risas, conseguía escuchar el romper de las olas, la marea estaba baja. Me encantaba cuando el mar estaba así, dejaba una colina de orilla para poder andar por la arena mojada sin tener que chocarte con alguna sombrilla o cualquier otro elemento playero. El sol ya se estaba poniendo y se notaba como empezaba a refrescar. De repente, una de mis amigas, con una sonrisa de oreja a oreja y su pelo rizado, se tumbó encima mía y me abrazó diciendome: "pero que bonita eres". Esa amiga, como a las demás, solo la veo 15 días al año y quería aprovechar cada segundo con ellas.
Al igual que este momento, hubo otros tantos. Mi última noche fue una de las mejores de todo el verano. Una noche un tanto improvisada y nada alocada, pero muy muy dulce y divertida. No paramos de reír hasta que nos tuvimos que despedir y dejamos paso a algunas lagrimillas -por mi parte- y abrazos estranguladores. Esa noche la pista de pádel estaba más bonita que nunca o al menos, era el sitio más cómodo para tumbarse a la 1 de la noche. Mirando las estrellas, haciendonos fotos y recordando anécdotas, pasamos la última noche de verano del año 2014.
Podría hablar de mil y una anécdotas y podría hablar de todas y cada una de esas personitas tan especiales que me hacen tanta falta cada día del año. Rocío con su sonrisa deslumbrante, Pilar con su personalidad cordobesa y su risa tan peculiar, Blan con sus ideas alocadas y sus consejos tan sabios que nos salvaban de más de una, María con su ternura y su pelo rizadísimo, Carola con su personalidad única y yo, más complejos que autoestima. Ellas, ellas son de las de verdad.
Gracias por este verano.

martes, 2 de septiembre de 2014

Un huevo.

No estoy aquí para hacer poesía, no estoy aquí para darle mil vueltas a las cosas y hacer que todo parezca más complicado de lo que realmente es. Hablemos claro.
Estoy cansada, un huevo. Estoy harta, un huevo.
Estoy harta de que no te des cuenta de que estoy aquí, de que ambos estamos en la misma situación y tú no te quieres dar cuenta de que estoy delante de tus putas narices. Joder, idiota, estúpido, abre los ojos por una puta vez en tu vida.
Estoy harta de buscar tu mirada en los ojos de otro, estoy harta de buscar tu sentido del humor en otra personalidad. Estoy harta, no sabes cuanto. Un huevo y medio.
Sigo pensado -sigo queriendo pensar y convencerme- que hay alguien ahí afuera que es para mí, que no estoy sola. Pero yo, como la gilipollas más grande que soy, sigo pensando que ese alguien eres tú. Estúpida, no te ilusiones.
Nunca he sido de esas tías que cada día se lia con uno, no porque no pueda sino porque no quiero, no le veo la utilidad. He tenido oportunidades que he aprovechado y otras que las he tirado a la basura. Sigo esperando esa oportunidad contigo.
No he estado con un huevo de tíos, para nada, pero desde que te conocí, deseaba que alguno de esos fueras tú. Que tú fueras el que me sacara de la pista de baile, que tú fueras el que me preguntara si estaba bien y el que me dijera que me veía más preciosa que nunca. No sabes cuanto lo he deseado. Bueno sí, lo sabes, lo estás pensando. 
Sí, lo he deseado un huevo de veces.
Pero algo te voy a decir, imbécil, te quiero un huevo. 

viernes, 8 de agosto de 2014

Un sueño.

Suena un tanto contradictorio que hace unos días me estuviera preocupando por mi falta de sueño a causa del jodido insomnio y que ahora esté dandole vueltas a algo que me ha pertenecido durante unos minutos, un sueño.
Siempre digo que lo único ue realmente nos pertenece son los sueños, ¿por qué? Fácil. Porque al fin y al cabo los sueños representan lo que más queremos y ansiamos en este mundo real y lo que más odiamos o a lo que más tememos. Eso es nuestro, los recuerdos son nuestros, de tu persona y de nadie más.
A menudo he tenido sueños raros, sueños de los que no me acuerdo, sueños de los que me despierto envuelta en sudor frío y escalofríos, sueños que quisiera retomar cuando volviera a coger el sueño, sueños de los que no quisiera despertar jamás o de los que quisiera vivir eternamente. Al fin y al cabo, sueños. Pero ninguno comparado al que he tenido en esta calurosa noche de agosto.
No sé cómo ni por qué pero llegamos al centro de Madrid. La magnífica ciudad nos cubría con un manto de oscuridad que se rompía con la luz de alguna farola. Había ya poca gente por la calle y sólo quedaban los resquicios de los botellones que la gente suele hacer en la calle. Se veían grupos de chicos y chicas riendose, bailando, o simplemente sujetándose los unos a los otros para poder soportar la borrachera y que no se les fuera de las manos.
Mis amigas y yo andabamos por la calle entre risas y carcajadas, entre insultos de broma y con una botella de agua que escondía de todo menos agua. La brisa veraniega nos sentaba bien, sentía el perfume de algunas amigas y veía en sus ojos la esperanza y el entusiasmo de que esta noche valdría la pena. Y lo hizo. Ibamos en zapatillas y en poco sitios te dejan entrar, recordemos la canción de El Canto del Loco: "yo quiero entrar en tu garito con zapatillas y que no me miren mal al pasar" Exacto. Pues bueno, sin mucha idea de donde ir, anduvimos hasta uno de mis lugares favoritos de Madrid, Plaza de España. El ambiente y la atmósfera de juventud se palpaba. De repente, vibra mi móvil, un mensaje suyo. En  cuanto ví de quién era se me iluminaron los ojos y mis mejillas empezaron a sonrojarse. Ya habían sido un par de veces en los que me había escrito de madrugada, en esas horas de sinceridad. Abrí el mensaje con la esperanza de que esta vez me dijera algo realmente bonito, por así decirlo. Para mi sorpresa en el mensaje decía algo como: "Te estoy viendo. Nos vamos a la discoteca que tú y yo sabemos, aasique ya sabes donde estaré" Al instante supe a qué sitio se referia.
A los minutos nos encontramos dentro de esa discoteca que tanto me gustaba, una de las pocas que he cerrado, era un mundo paralelo en el que no necesitas ir bebido para poder pasartelo bien. Pasaron un par de horas hasta que me volvió a escribir diciendome que me estaba viendo, otra vez. Mi mirada lo buscó entre tanta gente que ya se sabía algunos rostros de memoria. Nada. No estaba. Me estaría tomando el pelo. Seguí saltando y bailando hasta que un brazo tiró del mío y allí estaba él. Cuanto tiempo, joder. Cuanto tiempo llevaba sin verle pero los nervios y las mariposillas en el estómago eran las mismas. Salimos fuera. Él y yo y nuestra discoteca favorita. Estábamos fuera con la misma brisa veraniega, el mismo ambiente juvenil, apoyados en la pared mirando a los árboles que decoraban la calle. Hablamos y hablamos. No quería que esa noche acabara nunca, no quería separarme de su lado. De pronto, me acarició la mejilla y me miró con esos claros y tímidos. Parecía mentira que nos conocieramos de tanto tiempo y que yo aún me sentá avergonzada de mirarle directamente a los ojos. Hacía tanto tiempo que esperaba este momento. "Eres tonta, pero tonta tonta" me dijo. Ambos reimos.
Me desperté. Cada sensación de ese sueño la recuerdo como si hubiese pasado de verdad, aun tengo mariposas en el estómago, aun me sonrojo al recordar ese sueño. Parece que no fue nada del otro mundo, pero para mí, ese sueño ha sido mi mundo entero.
Aunque al fin y al cabo, los sueños, sueños son.

martes, 5 de agosto de 2014

Y aquí vuelvo a estar. Delante de un espacio en blanco que espera ser escrito con lágrimas, sangre y si hace falta, letras.
Cuesta creer el rumbo que están tomando las cosas. No sé. Siempre digo que no me gustaría conocer mi futuro pero siempre quiero que sea parecido a lo que me imagino. Y este presente incierto es muy diferente al futuro que yo me imaginaba en un tiempo pasado. Parece ilógico, eh.
Cuesta creer lo que puedes llegar a sorprenderte con una persona cuando la empiezas a conocer. Yo, más complejos que autoestima, reconozco que no siempre me muestro como soy. ¿Por qué? Por miedo al rechazo. Pensarás: "menuda falsa" Puede ser, pero por dentro sigo siendo la misma, no me engaño a mi misma. Claro que todo esto lo hago con las primeras impresiones, luego cuando me conoces, soy yo, la de siempre. A propósito, jodidas primeras impresiones, menudo asco las tengo.
Puedo parecer fría, como un bloque de hielo, pero todo es cuestión de darme calor para ver como soy realmente.
Me da miedo mostrar mis sentimientos y es algo de lo que me he eatado dando cuenta recientemente. Vivía en una mentira pensando que yo era expresiva cuando esa palabra se queda lejos de lo que soy realmente. Pero todo esto es causado por mi poca valentía a la hora de expresarme, me da miedo que la otra persona pueda saber lo que siento. Es extraño porque a veces quieres gritarle a los cuatro vientos para que se él mismo se entere de que significa mucho para tí pero por el contrario, la mayoría de las veces la cabeza te dice que te calles, que la puedes cagar y no haces caso a tu corazón que te abre las puertas de la expresividad.
Es muy frustrante si te digo la verdad. Aunque al fin y al cabo todo se resume en miedo.

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He estado toda mi vida echándome las culpas de todo, yo siempre era la causante de los problemas, o eso creía. Hasta hace unos días. Hace unos días me di cuenta de la realidad, quizás tenga culpa de que estemos así, pero no toda la culpa es mía. Por primera vez pienso esto.
Me pongo en tu piel para poder comprender si toda esta mierda realmente la he causado yo. No. Esta vez no soy la mala. Esta vez tengo razón y no sabes cuanto me jode que sea así.

Un círculo vicioso.

¿Conoces esa sensación de impotencia? ¿Conoces esa sensación de querer decir tantas cosas qué no sabes exactamente qué quieres decir?
Un nudo en la garganta y en el estómago.
Han cambiado tantas cosas. Te da miedo. Mucho, demasiado. Quieres estallar. Quieres mandarlo todo a la mierda porque te niegas a seguir cargando con esta basura. No quieres. No puedes. 
¿Cuál es el problema?
Tú.
No tienes los suficientes cojones para mandarlo todo a la mierda y decirle todo lo que tienes en mente a todas esas personas. No tienes cojones de proponerte metas porque sabes que no las cumplirás. Pero les ves, ves a la gente que avanza y tú sigues en tu misma mierda.
Es un círculo vicioso muy simple o demasiado complicado.
Te ves en la misma situación, cambia el día pero la mierda sigue siendo la misma. Quieres cambiar, quieres mandarlo todo a tomar vientos. No puedes, no puedes porque eres una cobarde. Entonces te frustras contigo misma porque ves que vas a seguir en la misma situación, y luego te quejas de que sigues en las mismas. Normal. 
Quieres decirle que haces mucho que no te sentías así. Que hace mucho que no te ilusionabas, pero que tambien hace mucho que no te desilusionabas de esa manera. No pasa un día sin que te imagines cómo sería pasear por Madrid agarrada a su mano, cómo sería pasar una tarde con él, cómo sabrán sus besos. Pero él tiene otra, u otras. Quieres conocerle, quieres saber si es como te lo imaginas. Pero frenas. Te dices a ti misma: "para, deja de imaginarte situaciones imposibles." Frenas. Vuelves a la realidad. A la jodida realidad en la que te dan envidia todos aquellos que son queridos de la manera que a tí te gustaría que te quisiesen. 
El mundo se para. Estás sola, sola contigo misma, con tu peor enemiga. Te planteas la idea de que nunca nadie te querrá porque al fin y al cabo, ¿quién iba a querer a alguien como yo? Y susurras: "Nadie".
Nadie quiere a alguien con estos altibajos, con estas ilusiones, con estos sueños, con este cuerpo, con esta mente, nadie quiere a alguien que no se quiera (o eso dicen). Entonces rompes a llorar, nunca te vas a querer, hay días en los que te puedes aceptar, pero al día siguiente te levantas y sigues siendo la misma mierda. Nada ha cambiado. Días malos y días no tan malos. 
Voy a empezar a concretar porque soy cobarde. 
Mi mejor amiga, o bueno, la que era mi mejor amiga, ahora una desconocida. La echo de menos, sí. Pero seguro que ella ni se plantea esta situación. No la culpo. No soy lo suficientemente buena como para que me echen de menos. La envidio, mucho, demasiado. Ella tiene lo que hemos estado buscando las dos durante estos últimos años. La envidio. Quisieras decirle todo, TODO. Cómo te sientes, qué es lo que ha pasado. Pero, ¿para qué? Ni a ella ni le importa. A nadie le importa los pensamientos de una chica con más complejos que autoestima. Es lógico. 
Ya son varios días sin dormir. ¿Por qué? Porque tienes la mente en blanco, ni sientes ni padeces, simplemente no duermes. 
Veamos como se presenta esta noche. 

jueves, 31 de julio de 2014

Alguien.

Es alto, muy alto. De esos de los que te quieres colgar de sus hombros para ver si desde ahí arriba el mundo se ve de una mejor manera.
Tiene una sonrisa de esas contagiosas aunque nunca sonría con los dientes tú sabes que cuando lo hace es porque se ríe de verdad, porque es feliz de verdad.
Sus mofletes, sus mofletes son como pequeñas nubes que te dan ganas de aplastarlos hasta que le hagas daño.
Tiene unos ojos grandes y vistosos, marrones oscuro, pero no son sus ojos, es su mirada. Esa mirada que cuando te alcanza, no sabes si quieres correr y dejarle atrás o correr para abrazarle y no soltarle nunca más.
Sus labios, esos labios que te vuelven loca, que te gustaría poder rozarlos con los tuyos siempre que quisieras.

Pero ya lo que supone tu paraíso es su risa, su risa que viene acompañada de esa sonrisa tan preciosa, de su ojos entrecerrados y de sus mofletes con hoyuelos.

Es esa persona que día sí y día también te llena como nunca pensabas que alguien lo haría. Esa persona que con una simple foto te alegra la existencia porque tu existencia depende de la suya, al menos no directamente. Es esa persona que cuando habla te fundes en sus palabras y a la que quisieras poder decirle todo esto a la cara. Es esa persona con la que siempre has soñado, con la que quieres llorar cuando estés en un momento en el que todo lo ves negro y él te hace verlo gris. Es esa persona que parece ser de las que te agarran la mano y no te sueltan hasta que no vean que estás a salvo. Parece ser de esos de los que te apartan los mechones de pelo de la cara cuando hundes tu rostro en tus manos porque no quieres que te vea llorar. 
Salir contigo sin importarnos la hora que es, sin importarnos que piensen los demás. Quiero cantar contigo a pleno pulmón por la calle y quiero bailar como unos idiotas en cualquier bar mientras sujetamos una copa con nuestra mano. Quiero que nos apostemos una ronda más a ver quien aguanta más sin respirar. Quiero discutir sobre aspectos estúpidos sobre la vida en general porque al fin y al cabo los tontos se ríen de tonterías y hablan de tonterías. Pareces de esos de los que te cogen por la cintura para poder apoyar su cara en tu hombro y así hablarte al oído. 
Pareces tantas cosas que no puedo terminar de describirlas porque en mi mente parecen tan perfectas que me cuesta poder plasmarlas en este escrito.
Una ironía del destino no poder tocarte, besarte o abrazarte. Fíjate.
Lo que más me duele es que no sabes ni de mi existencia, de hecho me pregunto si tú mismo te cuestionas que alguien sienta esto por tí. Porque no sabes que en mis peores momentos has estado conmigo, con tu voz y tu sonrisa. Es ridícula toda esta situación, me da pena, pero te quiero.
Supongo que eres eso que he estado buscando desde hace tiempo y ahora que lo he encontrado no puedo tenerlo. Impotencia. No te espero ni te esperaré. No existes. No quiero que existas.