lunes, 24 de noviembre de 2014

Mi ángel.

Hola, buenas tardes. ¿Qué tal te va todo por allí? A mi me va normal, no me puedo quejar la verdad, aunque seguro que sabes cómo estoy. 
Estoy en la carrera, contenta, feliz, con mis amigas más de lo mismo y de chicos, creo que no deberíamos hablar aunque a la abuela le parezca raro que "no tenga a ningún chico que me mire".
Por cierto, he hablado con la abuela, hemos hablado de tí, cómo no. Casi se olvida de mi cumpleaños la pobre, ya sabes que siempre fue una despistada, pero desde que tú te fuiste necesita un poquito de ayuda.
La familia bien, ya sabes, como siempre. Todos nos hacemos mayores y la tradición que dejaste de comer hasta reventar, sigue vigente por eso no te preocupes. Las primas ya tienen sus novios, mi hermano, tu nieto mayor, ya vive solo con su novia, y los pequeños ya no somos tan pequeños como cuando te fuiste. Se podría decir que tus "chiquititos" han crecido. El primo se ha hecho todo un hombre y dicen que cada vez se va pareciendo más a tí, la prima sigue como una cabra loca, tal y como la dejaste, pero más guapa que nunca. En cuanto a mí, creo que sabes lo que soy y en lo que me estoy convirtiendo. Estoy en la carrera cogiendo fuerzas para lo que venga. 
Tus hijos siguen igual, aunque más fuertes que nunca, son una piña y para nosotros, los pequeños, son los mejores ejemplos que podíamos tener. Los criaste bien al parecer. 
Volviendo al tema de la abuela he de decirte que te echa mucho de menos. Está un poco perdida, necesita cada vez más ayuda pero eh, no hay ni un sólo día que no bese tu foto. La abuela sigue cocinando lo que puede y lo que sus fuerzas le permiten, sigue cosiendo las malas costuras y no me refiero sólo a la ropa. Preside la mesa en cada reunión familiar como tú la cedías el sitio en cada cena cuando aún no te habías ido. 
He de decirte que tengo una habitación más grande y que quizás me traiga a casa esa casita de muñecas que me hiciste a mano y que aún sigue en tu casa, espero que sea una buena noticia. 
La abuela dice que "me busque un chico de buena familia, guapo, buen chico pero que sobretodo me quiera mucho". Dice que tú querrías básicamente que no me encontrara con ningún chico porque ninguno sería lo bastante bueno para tu nieta. Que pena que la cosa sea tan diferente. Creo que la que no es suficiente soy yo, pero eso es un tema aparte. 
El caso es que la abuela dice que estarías muy orgulloso de mí porque dice que soy un ejemplo de luchadora, no sé, dice que he sacado tu carácter de reivindicadora de y de payasa al mismo tiempo. Aún recuerdo cuando te vestías de payaso, de Papá Noel, de Rey Mago o de cualquier cosa para alegrarnos la velada.
Por cierto, al final salí del Atleti, aunque tú fueras del Madrid, eso es lo que faltó para hacerme casi como tú. 
Mamá dice que tú y la abuela le enseñasteis todo lo que sabe, que vosotros sois los mejores padres que alguien se puede encontrar. Creo que tiene razón porque abuelo, aunque ya sean 10 años desde el día que te fuiste, siento como que aun aprendo cosas de tí, que aún me das lecciones y las lecciones de los abuelos creo que son las más valiosas que se pueden aprender más que cualquiera que te enseñen en el cole. 

En fin abuelo, no sé qué más decirte. Sólo quería hablar contigo un poquito. Te echo mucho de menos, muchísimo. Aunque mis recuerdos contigo sean difusos, son de los mejores que tengo en la infancia. De verdad, me haces tanta falta, pero tanta falta. A todos. Abuelo, te queremos. Te quiero. 
Y ahora te dejo que voy a soplar las velas de mi 19 cumpleaños. 

Te quiero muchísimo mi ángel.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Vive con ello.

Dudemos por un instante. 
Olvidémonos de todo y de todos. 
Seamos nosotros mismos. 
Vivamos lo que vivimos juntos. 
Recordemos lo que hemos vivido juntos. 
"Juntos". Nunca ha habido un juntos, nunca ha habido un nosotros. 
No podemos recordar nada de lo que hemos vivido porque no hemos vivido nada. 
¿La diferencia entre tú y yo?
Que yo sí pensaba que había un "juntos", un "nosotros", que para ti yo era "ella". La diferencia es que a pesar de todo, yo aún lo sigo queriendo. Sigo queriendo jugar a ese juego de idas y venidas en el que me metías, sigo queriendo compartir los días contigo y quizás, si tu almohada me lo permitiera, las noches. Una vez me lo permitió por algunos instantes.

No estoy preparada para dejar de correr por este sendero lleno de luces y sombras. No estoy preparada para reconocer que tú no estarás al final del camino, que tú no serás el que me abrace cuando llegue a la meta. Tropiezo con la misma piedra una y otra vez en este mismo sendero pero no quiero seguir sin tropezar una y otra vez porque tengo la certeza de que en una de esas caídas tú estarás ahí para agarrarme y volver a levantarme. No me doy cuenta de que esa certeza es totalmente falsa, es contradictorio, pero es así. No quiero aceptar que tú no me quieres, que no me valoras (o eso dicen), que no piensas en mí, que soy una mierda más para tí, un número más. No. No. No. No. 

Estoy llena de heridas, cerradas y otras abiertas por los recuerdos y sentimientos. Tú eres esa bala que me ha dejado una herida que nunca cicatrizará porque no quiero que cicatrices. Quiero que seas tú el que me obligue a dejarla abierta porque merece la pena que se quede así. 
Quiero que seas tú el que me escriba cada mañana para desearme suerte en mis prácticas, quiero que seas tú el que sienta interés por las historias que te cuento, que seas tú el que me abrace ahora que comienza el frío, quiero que seas tú el que se quede conmigo estudiando porque soy yo la que te da fuerzas para hacerlo, para seguir hacia adelante. Quiero que seas tú, tú y sólo tú, ninguno más. 

Lo jodido es que no puedes obligar a nadie a que te quiera y creo que hay algo peor que las parejas rotas: que no exista esa pareja porque él no te quiere. No hay nada peor que querer y no ser querido. No hay nada peor que sentirte culpable de esa situación. No eres suficiente para él ni para nadie, algo hiciste mal que hizo que se alejara. 
¿Veis? Intento justificar esta situación cuando la única razón quizás sea que él no te quiere, acéptalo de una puta vez. 

NO
TE
QUIERE

Pero quieres escucharlo de sus labios, quieres que él te lo diga porque quizás con todo y con ello, tú no dejes de quererle. 




miércoles, 5 de noviembre de 2014

Que caro es el tiempo.

"Si no consigues tu objetivo, busca otro camino para conseguirlo"

Hoy me he puesto a rememorar el día de mi graduación. Y esta entrada ha sido el resultado de toda esa reflexión. 
Parece mentira que hayamos llegado a donde estamos hoy en día, algunos consiguieron lo que querían, a otros les costó más, otros lo acaban de conseguir, otros lo dieron por perdido sin ni siquiera intentarlo, otros se sienten orgullosos de lo que son en la actualidad, otros, ¿quién sabe?
Que miedo me daba empezar la universidad y creo que hablo en nombre de todos, cuando digo que una pequeña parte de nuestro corazón deseaba que el primer día de ese curso universitario fuera el primer día de curso de otro año más en el colegio.
Cuántos recuerdos hay en esas cuatro paredes, como aquel que dice, toda nuestra vida. Ese parque de las flores que nunca has sabido por qué se llama así si no había ninguna flor, esas clases con baldosas de piedrecitas que más de uno había contado una a una solo para olvidarse del aburrimiento que suponía estar en una clase de Historia camuflada entre lecciones de moralidad. 
Los chicos por un lado y las chicas por otro, o eso decían. Tirones de pelo, zancadillas, robos de plastilina inofensivos, enfados insignificantes que parecían un mundo, al fin y al cabo, amistades. Amistades que quizás no siguen conmigo pero que, ya pasada la tormenta, me acuerdo de todo lo bueno ¿y lo malo? Ya no existe. 
Y nos encontramos con Primaria, el curso de los mayores según nosotros, ya no eramos unos "parvulitos huevos fritos", ya hacíamos deberes pero no dejábamos de lado nuestra vena artística con las manualidades. Qué bonito Primaria con esas excursiones a El Escorial, a la Pedriza y sobretodo, esa de la Granja Escuela dónde fuimos a nuestra primera "discoteca" light. 
Las chicas por su lado y los chicos, un poco menos por el suyo. 
La ESO, al fin. La ESO ya era otro nivel, ya la adolescencia veía un poco los rayos de sol, las hormonas se empezaban a revolucionar y nuestra vena de rebeldes salía a la luz. La cosa ya se ponía seria, ya tenías que coger apuntes y entre risas conseguías seguir el ritmo de la clase. Las matemáticas - mis grandes enemigas - se complicaban, tenías esa asignatura a la que llamabas "Naturales" con que te sentías un científico nato. Empiezan las elecciones, que si optativas, que si ciencias o letras, que si mis amigas se van por un itinerario pero yo quiero otro, que si ese chico me gusta pero "tía, es muy inmaduro". Ese viaje a Doñana, ay bendita Doñana. Habíamos escuchado hablar tanto de ese viaje que prácticamente desde 4º de Primaria sólo vivíamos por y para él. 
"- A ver, los cuatro de la esquina. Los dos machotes y las dos féminas, que se callen ya"
No sé cuántas veces habré escuchado esa frase mientras contábamos chistes, hacíamos caricaturas o simplemente discutíamos sobre lo "jodida" que era nuestra vida.
Las chicas por su lado y los chicos, cada vez más cerca de ellas. 
Llegó el momento, llegó Bachillerato. 
"-Dos años, Almu, dos años y acabamos. Ni eso. Un año y poco más. Podemos"
Con esas palabras de mi mejor amiga de la infancia, entramos en esas clases a las que tanto temíamos, pero eh, eramos de los mayores en el cole. Veíamos a los de la ESO y pensábamos "menos mal que nosotros no teníamos tanto el pavo". Ay inocentes, que os habeis creído que no. 
Clases y clases y clases y más clases, la cosa ya se ponía aún más seria. La nota ya era algo importante pero aun así, se intentaba pasarlo bien aunque te hubiera tocado estar sentada en primera fila todo el dichoso curso. Curso que se hizo más ameno gracias a mi compañero de al lado que bueno, terminamos formando una de las mejores amistades que aún en día conservo. Ya los profesores nos ignoraban, estábamos delante suyo y ya desistían para mandarnos callar:
"-Poneos a pintar o hacer cualquier cosa, pero callaos, por Dios y por la Virgen" 
Aún tengo esa lista que hicimos con todos los de nuestra clase en la que escribimos rimas, motes, anécdotas e incluso predicciones sobre el futuro. Estar delante implicaba que para hablar con alguien del final de la clase tenías que desarrollar una habilidad especial para entender los gestos de la otra persona y para hacer que los tuyos fuesen lo más disimulados posibles. Y no hablemos de la habilidad que tuviste que desarrollar para reírte hasta llorar pero aguantándote la carcajada, aunque la táctica se iba a la mierda cuando te girabas y veías a tu amiga con la cara hundida en sus manos y mordiendose el dedo para evitar soltar la carcajada más grande de la existencia de la humanidad. 
Los recreos que se basaban en sesiones de masaje y en tomar el sol porque había que ponerse morena ya en enero. 
Salimos vivos de ese curso. 
Las chicas con las chicas y los chicos, eran chicos. 
Y llegó, el curso de la verdad, segundo. Ese curso donde las pizarras de Química se borraban más rápido de lo que se escribían, donde las clases de Francés se convertían en una excelente cata de desayunos, donde las clases de Biología se parecían más a un herbolario que a una clase de segundo de bachillerato. Esas clases en las que si te ponían una película a las 8 de la mañana, pedías que bajaran las persianas y apagaran las luces para seguir con el sueño que habías interrumpido hace menos de una hora. Donde la lluvia cobraba tal protagonismo que un simple "Tú, está lloviendo" implicaba la mirada inmediata de toda la case hacia las ventanas como si nunca hubiéramos visto llover. No me olvido de esas clases de Matemáticas donde la calculadora del profesor más listo del colegio se convertía en tu peor enemigo ese año. 
"Señorita, salga al pizarra y deleitenos con su habilidad matemática" cuando lo único que yo quería era irme corriendo de clase y cogerme un avión al país más remoto para no tener que salir a hacer un mísero ejercicio de esa asignatura que tanto temía. Esos teoremas que no sabías ni para qué te servían, pero eh, que "entran en el examen, señores" y tú te sentías Einstein al entenderlos. El mejor profesor, sin duda, el profesor que resolvía problemas tan indescifrables que no te extraña que corriera el rumor de que lo quería la NASA. 
Esos recreos en los que ya te dejaban salir a la calle y a pesar de eso, acabábamos en el mismo bordillo, a la misma hora, con un gofre de chocolate en la mano y en ese cruce.
Las chicas por su lado y los chicos...los chicos donde vayan ellas.  
Y así podría ponerme a hablar de una y mil anécdotas para resumir toda mi vida en esas cuatro paredes que fueron como nuestra casa. Aquí estoy, en la carrera que quiero porque por fin, conseguí lo que siempre he querido. 

Me cuesta creerlo, cuesta creer que todo eso se haya acabado. Fue bonito mientras duró aunque cuando lo estuviera viviendo no lo viera tan claro. 

Qué caro es el tiempo, la verdad. Me acuerdo de esas caras y es que todo llega, todo pasa. 



"Será que me habré hecho mayor Que algo nuevo ha tocado este botón para que Peter se largue y tal vez viva ahora mejor más a gusto y mas tranquilo en mi interior que campanilla te cuide y te guarde"