miércoles, 28 de mayo de 2014

El por qué.

"Tienes que saber por qué recordarlo"

Hoy, un día lluvioso, has vuelto a mi mente después de tanto tiempo. Dueles, dueles muchísimo. He recordado esa llamada de Junio en la que me daban la noticia, oía a mi amiga hablar con un tono muy nervioso solo repetía lo que había pasado. No quería creerlo.
Desde entonces he creído que pasados unos meses levantaría cabeza, lo cierto es que solo he tapado el dolor hasta que algo te hace revivir todo eso.
He aquí mi respuesta:
Por su sonrisa, era preciosa te lo juro. Es lo típico que le veias y lo primero que reconocias era esa preciosa sonrisa. Es que hoy en día aun la recuerdo. Te juro que me daba la vida. Y si cierro los ojos y me la imagino, oigo su risa. Era muy contagiosa, sobretodo cuando le daban ataques de risa. Con el paso de los años descubrí que tenía dos risas: una cuando la fingia o simplemente me tomaba el pelo y la otra cuando era de verdad. Y no te puedes imaginar lo feliz que me hacía hacerle reír, lo feliz que me hacía decir alguna chorrada y oir su risa.
Algo que también recuerdo a la perfección es su cara de desprecio que tanto odiaba y ahora la recuerdo con muchísima ternura. Era ese chico que aunque no me dijera nada cuando entraba en clase, el mero hecho de ponerme la zancadilla para que me cabreara con él y luego me tomara el pelo, me daba la vida. Es que cierro los ojos y me acuerdo de un montón de gestos suyos, que cuando un día me veia mal me venía y me decía: "Eh, no jodas, que yo soy el único que te puede cabrear." Pero él ya tenía a otra aunque a mi me valía con su radiante sonrisa. Recuerdo que cuando sonreía, entrecerraba los ojos y le salían unas arruguillas encima de las mejillas que confirmaban que su sonrisa era real. A menudo su mirada estaba perdida, pero cuando me miraba fijamente no quería que hubiera nadie más a nuestro alrededor, sólo él y yo. Tenía una mirada muy bonita, sincera, de esas de las que se echan de menos hoy en día.
Recuerdo cuando en el día de mi cumpleaños fingió haberse olvidado y en el último minuto del día se hizo el sorprendido y me abrazó. No sé si has experimentado esa sensación de abrazar a alguien y no querer que te suelte nunca. Ese abrazo fue como una ola de calor en ese frío noviembre, fue algo que llevaba ya buscando bastante tiempo. Sentí su aliento en mi nuca, ese aliento que nunca más volvió a manifestarse. Sentí como sus brazos me rodeaban con fuerza. Cerré los ojos y disimuladamente suspiré. Quería que la vida se parara en ese instante. Tonta de mí que no me di cuenta de que ese abrazo no era solo de felicitaciones si no también de auxilio.
Esos intercambios de clase en los que yo hacía lo imposible para salir y encontrarmelo "casualmente" para que me saludara con un "niña".

Le echo de menos. Echo de menos su voz gangosa a la vez que grave y fuerte. Echo de menos que me hablara de hipocresía. Echo de menos discutir con él sobre los detalles más estúpidos de la vida.

Te echo de menos. Que sí, que tengo tu recuerdo , pero necesito tu abrazo. Siempre serás mi ángel, no importa si no te veo, aunque ya te hayas ido. Dijiste que no me lamentara, que seguirías presente y que si te extrañaba, te buscara en mi mente, y eso hago, creeme.

Estés donde estés, sigue sonriendo, por favor.

martes, 27 de mayo de 2014

Querido tú. Segunda parte.



Otro comentario absurdo en otra noche de insomnio.
¿Qué hacer cuando sientes un nudo en el estómago que sabes que se te quitará solo cuando sueltes todos esos sentimientos que llevas dentro pero que ni siquiera sabes cómo expresarlos?
Impotencia.
Querido tú en algún rincón del mundo. Querido tú. Quisiera saber qué haces en este momento. Quisiera saber en qué piensas ahora mismo. Quisiera saber si por ejemplo te acabas de tomar un café y si llevaba azúcar o no.
Querido tú. Quisiera decirte que te echo de menos. Qué ridiculez. Echar de menos a alguien que ni siquiera te echa de más. Quisiera saber por qué no soy esa a la que cogerías de la cintura para pasearte con ella por todo Madrid. Quisiera saber por qué no soy esa con la que desearias algo tan simple como una tarde en el sofá viendo la tele.
Querido tú, quiero conocerte. Quiero saber quién eres realmente. Quiero saber si eres como dicen que eres o si tienes las manías que dicen que tienes. Quiero descubrirte. Quiero tener una oportunidad y aprovecharla.

Querido tú, no puedo ni quiero esperar más. No quiero sufrir más. No quiero que el tiempo nos arrebate nuestra oportunidad, aunque ésto solo sería poner una excusa a algo que no hemos hecho porque no hemos tenido suficientes cojones.
Querido tú, quiero sentirte. Quiero saber lo que es tenerte a milímetros de mí. Quiero sentir tu respiración cuando me dejes acurrucarme en tu pecho. Quiero saber si de verdad te gustan tanto esas velas de vainilla que tanta fama te dan. Querido tú, te quiero a tí.
Es irónico, porque ni siquiera sé si existes. De hecho no sé ni si todos estos sentimientos están fundados en imaginaciones mías.
Que ridículo.

martes, 13 de mayo de 2014

¡Despierta!

De pronto llega un día en el que te das cuenta de todo.
De repente llega un día en el que te levantas pensando que será un día igual que el anterior y no sabes si es por el buen tiempo que hace o porque ves las vacaciones muy próximas, pero te levantas con la idea de que algo tiene que cambiar. Hoy es el día, hoy, un martes 13. Irónico.
Te das cuenta de que has perdido un año ilusionandote con algo que no existía, con alguien para el que ni si quiera existías. Un año, un jodido año. 365 días, joder. Y luego decimos que no vivimos, claro que no, no vivimos porque alguien hace que no vivamos.
Entonces, reaccionas, reaccionas como nunca habías pensado que lo harías y por primera vez en todo este año, piensas: "Gracias por irte y dejarme, es lo mejor que has podido hacer". Quieres vivir TU vida, quieres vivirte a tí misma. Quieres sentirte orgullosa de tí misma y lo vas a conseguir por cojones.
Llega un día en el que ya no quieres seguir yendo de víctima por la vida, ya no quieres ser una perdedora, quieres ser tú. Estás harta de ver cómo otros te pisotean y consiguen lo que tú siempre has querido. Llega un día en el que decides que tu vida es tuya, de nadie más. Quieres tomar las riendas y estás dispuesta a reorganizar todos tus pensamientos y tus acciones para dedicarte a tí misma, para ser un poco egoísta.
Llega un día en que no quieres ser tú la que se arrastre, quieres que él te vea y piense: "Fui un tonto por perderla" Ahora que te has ido, has dejado demasiadas conversaciones atrás, pero aquí estoy yo, no voy a permitir que nada de eso me haga pedazos. Toca recoger todos los trozos y recomponerme, ser una nueva yo, más fuerte que nunca. Quiero que pasado un tiempo, cuando por casualidades de la vida, nos volvamos a encontrar, que pienses: "Vaya, se ha superado" Y estoy completamente segura de que pasará eso porque no voy me voy a permitir el lujo de perder más tiempo.
Tengo 18 años y cientos de ilusiones, tú eres una y por eso sé que nunca te olvidaré del todo, solo haré que desaparezcas de mis pensamientos por un tiempo, voy a dejar de pensar de tí cuando me levante y cuando me acueste. Ya no quiero ser esa que te espera cada día. He aprendido la lección  haciendo un balance, no me vale la pena seguir intentando conseguir algo que no existe.
Supongo que nuestros caminos no están hechos para juntarse en uno solo. Supongo que todos mis esfuerzos por tí, no sirvieron de nada. Supongo que seguirás viviendo en esa mentira que solo te hace conocer a personas que viven tu misma mentira.
Dicen que si quieres que te quieran, primero te tienes que querer a tí misma. Empezaré con aceptarme, luego ya veremos.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Ser o parecer.

Pareces ser el chico que coge a su chica por la cintura y pasea por las calles de Madrid enseñando su mayor tesoro.
Pareces ser de esos de los que entre una multitud entralaza su mano con la de ella para no perderla.
Pareces ser de esos a los que les gusta picar a esa niña sólo para ver lo guapa que se pone cuando se enfada.
Pareces ser de esos de los que subrayan sus apuntes con boli y tiene una letra de niño de primaria.
Pareces ser de esos de los que con cubata en mano, se arrepiente de demasiadas cosas.
Pareces ser de esos de los que no lo quiere aceptar, pero a veces llora con esa canción que tanto le toca la fibra sensible.
Pareces ser de esos de los que hacen lo primero que se les pasa por la cabeza sin importar lo que piensen los demás.
Pareces ser de esos de los que les cuesta aceptar esos sentimientos que tenía tan escondidos.
Pareces ser de esos chicos que sonríen a escondidas cuando la mira. 
Pareces ser de esos de los que no cambiaría por nada del mundo, si yo fuera la afortunada de ser esa chica. Ese tesoro.

sábado, 3 de mayo de 2014

Un viejo amigo.

Insomnio, cuanto tiempo. ¿Todo bien? Veo que me echabas de menos y por eso has vuelto a aparecer. Otra noche más acompañados, amigo. Otra noche que no me dejas sola entre estas sábanas empapadas en lárgrimas y suspiros. Otra noche en la que juntos, intentamos recordar los lunares de su rostro, el remolinillo que se le formaba en el pelo y esas uñas pequeñas devoradas por los nervios. Otra noche más en la que pienso que el día siguiente será igual de amargo pero que no me voy a dormir porque por primera vez en todo el dia me he sentido acompañada.

Insomnio es dar vueltas en la cama con la esperanza de que en la próxima estés tú a mi lado, respirando profundamente y soñando con princesas de cuento que no existen. Insomnio es no querer dormir porque sabes que allí, en tus sueños, estará él y te volverás a encontrar con su recuerdo. Insomnio es pararte  a pensar en los pocos cojones que has tenido al no decirle que quieres ser su primer pensamiento al levantarse y su último suspiro antes de dormir. Los pocos cojones que has tenido al no decirle que quieres memorizar sus cicatrices y contar sus pecas. Los pocos cojones que has tenido al no decirle que esa sonrisa que tanto gusta a la gente esconde detrás el dolor que te causa el no tenerle a tu lado.
Insomnio. Insomnio es preguntarte el por qué de su indiferencia, el por qué de tu cobardía, el por qué de tu letra pequeña que según dicen, se corresponde con tu  baja autoestima. Insomnio es no querer dormir porque sabes que el día de mañana será igual de amargo, porque sabes que cuando te levantes no habrá ningún mensaje suyo que te diga: "que tengas un buen día, bonita" porque sabes que ese mensaje tiene otra dueña. Insomnio es leer y releer las conversaciones que tuvisteis sobre un simple detalle, conversaciones que ninguno de los dos queriais que acabaran porque aunque no tuvieran ninguna utilidad, os hacían sentiros en esa noche de insomnio más cerca el uno del otro. O eso parecía. Insomnio es no querer mirar el móvil porque sabes que esta noche tampoco será la noche en la que te escriba a las tantas cuando vuelve de fiesta: Te quiero.
Jodido insomnio.
Insomnio es soñar despierta. Imaginarte las situaciones más bonitas que te gustaría vivir. Es pensar en ese trozo de chocolate que merendaste y pensar en lo rico que sabría en sus labios. Insomnio es saber que todo esto que estás escribiendo no es nada más y nada menos que fruto de tu desesperación y desilusión provocada por alguien que probablemente si no puede dormir, no será por tí, será por otra perra de los barrios de falda corta y labios rojos. Si no puede dormir será por pensar en otra que no seas tú.
Insomnio es intentar buscar tu cordura en la locura de encontrar ese nombre y apellidos que te la quitaron. Como esta locura de escribirle a alguien que ni se plantea estas cosas, para el que no soy más que una mancha en su pasado, para el que el insomnio quizás no le haga compañía esta noche.

Insomnio, cuanto tiempo. Ves que todo sigue igual. Gracias por acompañarme otra noche más.

En esta noche de insomnio tambien me ha acompañado la inspiración y las ganas de escribir que me han dado Loreto. Gracias por escribir tan bonito. 

jueves, 1 de mayo de 2014

I miss you.

Y otra vez lo mismo, la misma reflexión. Las cosas cambian, las circustancias cambian.
Hola al ángel de mi pesadillas. Siempre me has podido encontrar. Desearía que esto nunca hubiera acabado, te echo de menos.
¿Dónde estás? Lo siento, no puedo dormir, no puedo beber esta noche. Necesito a alguien en esta oscuridad extrema.
No pierdas tu tiempo conmigo, ya eres la voz de mi cabeza.
Te echo de menos.
Ahora mismo tengo una nudo en el estómago mientras escucho una de mis canciones favoritas. Lo jodido es que el causante del nudo eres tú y que la canción es nuestra historia.
Echo de menos a tanta gente.
Echo de menos tantas rutinas.
Echo de menos tantas charlas.
Echo de menos tantos gestos.
Echo de menos tantas sonrisas.
Echo de menos tantas situaciones.
Echo de menos tanto que duele.
Duele ver que tú echas de menos y que a tí no te añoran, ni siquiera sabes si aún se acuerdan de tí. Si aun se acuerdan de tantas rutinas, de tantos gestos, de tantas situaciones, de tantas sonrisas, de tanto todo.
Esto es lo que pasa por depender demasiado de las personas. Tenemos la tendencia de necesitar a las personas hasta que llega el olvido o alguien mejor. No hay más.
Hoy en día sigo sin saber cómo afrontar esta situación. Supongo que echar de menos, echamos de menos todos, pero me gustaría decir una cosa: no es lo mismo echar de menos por la distancia que echar de menos por que todo lo vivido se ha borrado de tal manera que parece que todo eso solo eran dulces sueños. ¿Y qué nos queda? Nos quedan los recuerdos, recuerdos amargamente felices. Recuerdos de los cuales nos alimentamos hasta que creemos que el hambre se ha ido. Hasta que creemos que el dolor se ha ido, cuando lo único que hemos hecho ha sido tapar ese dolor, calmar mínimamente ese hambre. Yo vivo de recuerdos pero no sé si eso me duele más que el hecho de que ya no esté a mi lado esa persona que me los dio.
Te echo de menos. Echo de menos que muestres o finjas que te importo, aunque todo haya sido una mentira, echo de menos esa mentira.
Quieres pasar página y no puedes. No puedes porque aun tienes la esperanza de que vuelva, aun te haría feliz que te hablara y te dijera que te echa de menos. No hay rencor porque la culpa quizás sea tuya por no haber sabido como conservale. No hay rencor porque lo que más deseas cada mañana es ver que se ha acordado de tí por una gilipollez. No hay rencor porque le quieres por lo que es. No hay rencor porque quizás no había nada que os uniera y todo fue un amargo sueño del que no hubieras querido despertarte. Dicen que soñar es gratis, sí que lo es y es una de las pocas cosas de las que somos realmente dueños, pero precisamente por eso, los sueños duelen.